Las aves silvestres cumplen varias funciones muy importantes en la naturaleza, y muchas son controladores biológicos de insectos y roedores.
Una especie que vale la pena destacar, que vive cerca de jardines rurales, es la “Lechucita Vizcachera” (Athene cunicularia) que pertenece a la familia Strigidae.
¿Sabías que la lechucita vizcachera vive en muchos países?
Prefiere zonas abiertas, como pueden ser playas, pastizales, zonas agrícolas, canchas de golf, incluso hay registro de familias viviendo en plazas.
No le molesta la presencia del hombre.
La encontramos en el oeste de Canadá, oeste de los Estados Unidos, México, América Central y América del Sur. Cambia su nombre común según el lugar, por ejemplo: “lechuza de los arenales” en Perú, “pequén” en Chile, “tecolote lanero” en México, “burrowing owl” en Canadá.
Es muy simpática, confiada, casi siempre se la ve parada bien erguida en algún poste.
Cuando nos acercamos mira fijamente, luego da vuelta su cabeza hacia otro lado, como esperando que sigamos nuestro camino. Si se siente en peligro emite dos o tres gritos y vuela unos 15 metros, para luego volver a posarse.
Vive en pareja todo el año. El macho y la hembra son muy parecidos, su tamaño es cercano a los 25 cm, con cabeza redondeada, marcada ceja blanca, enormes ojos (de iris amarillo limón) ubicados de manera frontal –esto hace que no pase desapercibida–.
Su plumaje es pardo con pecas blancas, garganta blanca, cola corta barrada; sus patas son largas y blancas. Es terrícola, de hábitos diurno crepusculares.
Estas aves tienen muy desarrollados el oído y la vista. Muchas veces se las observa haciendo un vuelo estacionario.
Cazan presas vivas que luego matan con su pico y tragan enteras. Las partes que no digieren las regurgitan luego, formando las egagrópilas. Mediante el estudio de estos bolos elípticos, donde encontramos restos no digeribles –como pelos, huesos, plumas–, podemos saber cuál es su dieta principal: artrópodos, pequeños mamíferos (como los roedores), anfibios y pequeñas aves.
Varios estudios concluyen en que son muy útiles para el ser humano porque combaten plagas que transmiten enfermedades.
En la época del cortejo, el macho hace sobrevuelos cortos y ofrece comida la hembra. Se los puede observar acicalándose mutuamente. Sus nidos son cuevas; a veces “recicla” las cuevas de las vizcachas (Lagostomus maximus), y de ahí su nombre vulgar.
Otras veces busca un lugar alto y rodeado de pasto, y cava el suelo con sus fuertes garras y pico. Allí construyen un túnel de 1 a 3 metros de profundidad, que comienza con una entrada redondeada y, al finalizar, tiene una cámara de incubación un poco más grande, donde incorporan pasto seco y colocan sus huevos blancos, en número de 4 a 6. Su cueva les sirve de refugio, nidificación, pero también para almacenar alimento.
La incubación dura aproximadamente 28 días, y los pichones comienzan a hacer pequeños vuelos pasado el mes de vida. Al principio lo hacen bajo la mirada de los padres, que ante cualquier peligro emiten un grito de alarma y todos se meten en la cueva.
Esta nota de mi autoría salió en Revista Jardín. 11 19